Traumatismo de cuello

Mujer con dolor en el cuello
Un traumatismo cervical es una lesión grave en el cuello, bien sea por golpes contusos o por heridas penetrantes. Debido a la multitud de órganos y sistemas, como son las vías respiratorias, vasculares, neurológicas, gastrointestinales contenidos en el complejo y compacto espacio tubular que es el cuello,​ casi todos ellos de importancia vital, el traumatismo del cuello es una causa frecuente de discapacidad y mortalidad en humanos y animales. Pocas situaciones de emergencia plantean un desafío tan grande como el trauma en el cuello. Además, ciertas heridas aparentemente inocuas que incluso pueden cursar sin manifestar signos o síntomas pueden posar riesgos potencialmente letales para el paciente.2​

La oclusión de las vías respiratorias y la hemorragia desangrante plantean los riesgos más inmediatos para la vida del paciente traumatizado. La supervivencia en estos traumatismos ha mejorado bastante. Antes de la Segunda Guerra Mundial la mortalidad era del 15% cuando en la actualidad rara vez supera el 5%.

Anatomía

Con la región posterior del cuello protegida por la columna vertebral, la cabeza que protege la región superior, y el pecho la inferior, las regiones anterior y lateral son las más expuestas a una lesión. La laringe y la tráquea se encuentran en la cara anterior y, por lo tanto, son fácilmente expuestas a daños traumáticos. La médula espinal se encuentra en la zona posterior, protegida por los cuerpos vertebrales, los músculos y ligamentos. El esófago y los grandes vasos sanguíneos están entre las vías respiratorias y la columna vertebral (Drake, 2005, p. 750).

Dos capas de membranas aponeuróticas envuelven al cuello: la fascia superficial que envuelve al músculo platisma y la fascia cervical profunda que envuelve los músculos esternocleidomastoideo y trapecio (Drake, 2005, p. 814). El trayecto de la fascia cervical profunda delimita (1.) la región pre-traqueal que incluye la tráquea, laringe, glándula tiroides, y pericardio, (2.) el área prevertebral, que contiene a los músculos prevertebrales, el nervio frénico, el plexo braquial y la vaina axilar, y (3.) la vaina carotídea adjuntando la arteria carótida, vena yugular interna, y el nervio vago.

Las estructuras musculoesqueléticas en riesgo incluyen los cuerpos vertebrales, los músculos del cuello, los tendones y ligamentos; las clavículas, la primera y segunda costilla y el hueso hioides (Drake, 2005, pp. 906, 938).

Las estructuras neuronales en situación de riesgo incluyen la médula espinal, nervio frénico, el plexo braquial, nervio laríngeo recurrente, nervios craneales, concretamente el par IX al XII y el ganglio estrellado (Drake, 2005, p. 906).

Las estructuras vasculares en riesgo incluyen la carótida (común, interna y externa) y las arterias vertebrales, así como las venas vertebrales braquicefálica, y yugular (internas y externas).

Las estructuras viscerales en riesgo incluyen el conducto torácico, esófago, la faringe, la laringe y la tráquea. Las estructuras glandulares en situación de riesgo incluyen la tiroides, paratiroides, y las glándulas submandibular y parótidas.

Ciertas estructuras intratorácicas pueden verse asociadas a lesiones del cuello, e incluyen el esófago, del árbol traqueobronquial, pulmón, corazón y los grandes vasos del tórax.

Zonas anatómicas
El dividir al cuello en zonas o regiones anatómicas ayuda en la evaluación del daño cervical. El músculo esternocleidomastoideo actúa como línea de demarcación separando al cuello anterior y posterior por medio de dos triángulos imaginarios (Drake, 2005, p. 905). La mayoría de los importantes órganos viscerales y vasculares se encuentran en la parte anterior del triángulo delimitado hacia atrás por la cara anterior del esternocleidomastoideo. Con la excepción de los nervios musculares, muy pocas estructuras vitales cruzan el triángulo posterior del cuello, por detrás del esternocleidomastoideo.

Con fines clínicos, el cuello está dividida de arriba abajo en 3 zonas:

  • Zona 1: la base del cuello, es demarcada por la entrada torácica por abajo de las clavículas y el cartílago cricoides por arriba.​ Las estructuras de mayor riesgo en esta zona son los grandes vasos—las subclavias, las venas braquicefálicas, las arterias carótida común, el cayado aórtico, y las venas yugulares—la tráquea, esófago, los ápices pulmonares, la columna cervical, la médula espinal y raíces nerviosas cervicales.
  • Zona 2: abarca la porción media del cuello y la región que va del cartílago cricoides al ángulo de la mandíbula.​ Las estructuras importantes en esta región incluyen las carótidas y las arterias vertebrales, las venas yugulares, faringe, laringe, tráquea, esófago, la columna cervical y la médula espinal. La mayoría de las lesiones que afectan a la arteria carótida ocurren en esta zona.
  • Zona 3: la forma el aspecto superior del cuello y está delimitada por el ángulo de la mandíbula y la base del cráneo.​ Diversas estructuras atraviesan la zona, tales como las glándulas salivales y parótidas, esófago, tráquea, los cuerpos vertebrales, arterias carótidas, venas yugulares, y nervios principales—incluidos los nervios craneales IX-XII—. Las lesiones en la zona 1 puede resultar de difícil acceso quirúrgicamente.

Etiología

Las lesiones del cuello pueden ser causada por traumatismos cerrados o contusos, o bien abiertos o penetrantes.

Traumatismo penetrante
Más del 95% de las heridas penetrantes en el cuello son el resultado de armas de fuego y cuchillos, y el resto como consecuencia de accidentes automovilísticos, lesiones del hogar, accidentes laborales, y rara vez acontecimientos deportivos.

Los proyectiles de alta velocidad (>600-750 m/s) tienden a seguir un camino directo y predecible, mientras que las de baja velocidad suelen seguir un trayecto errático, mostrando a menudo un orificio de entrada y de salida sin relación directa.​ Además, los proyectiles de alta velocidad producidas por armas de tipo militar o rifles de caza generan ondas de choque que suelen dejar heridas que desvitalizan los tejidos circundantes.​ Las lesiones de baja velocidad pueden ser producidas por pistolas calibre .22 y .38 con velocidades entre 90 m/s a 150 m/s. Además, las lesiones de menor energía, como un cuchillo o perdigones, causan un 50% menos de lesiones que resultan clínicamente significativas, sin importar la zona de la lesión.

Las heridas de bala transcervicales tiene más probabilidades de causar lesiones grave en comparación con una herida que afecta solo un lado del cuello.

Las lesiones vasculares suponen el 25% de todas las lesiones penetrantes del cuello.​ La vena yugular interna (9%) y la arteria carótida (7%) son los sitios más comunes de lesiones vasculares del cuello.​ El daño a la faringe o el esófago ocurre en 5-15% de los casos de trauma cervical. La laringe o tráquea se lesiona en el 4-12% de los casos.2​ Lesiones de nervios principales se produce en 3-8% de los pacientes con trauma penetrante de cuello. La lesión de la médula espinal se produce con poca frecuencia y casi siempre es resultado de daño directo, más que secundario a inestabilidad ósea.

Traumatismo contuso
El traumatismo cerrado es una causa más frecuente de lesión vascular cervical que el traumatismo penetrante. Los traumatismo cerrados en el cuello normalmente son el resultado de los accidentes de tránsito y también lesiones relacionadas con el deporte, estrangulamiento, golpes de puños o patadas. Entre el 3-10% de todas las lesiones de la carótida son debidas a alguna forma de traumatismo cerrado del cuello.

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