Trastorno obsesivo-compulsivo

Persona lavándose las manos
Lavarse las manos frecuentemente caracteriza la obsesión por la higiene y miedo a la contaminación, este es uno de los síntomas más comunes de este trastorno.

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de ansiedad, caracterizado por pensamientos intrusivos, recurrentes y persistentes, que producen inquietud, aprensión, temor o preocupación, y conductas repetitivas denominadas compulsiones, dirigidas a reducir la ansiedad asociada. La quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) de la Asociación de Psiquiatría de los Estados Unidos, publicada en 2013, ubica al TOC y enfermedades relacionadas con él en un capítulo independiente, rompiendo así con la tradición de incluirlo en el capítulo de los trastornos de ansiedad, como lo hacían las ediciones previas del DSM.

Los síntomas y la importancia que implica el TOC pueden presentarse a cualquier edad,​ pudiendo producir una importante discapacidad. La OMS lo incluye entre las 20 primeras enfermedades discapacitantes, con una prevalencia del 0,8 % en los adultos y del 0,25 % en niños y adolescentes, y entre las 5 enfermedades psiquiátricas más comunes.​ Diversos estudios científicos demuestran que los pacientes que sufren un TOC tienen una calidad de vida muy baja, ya que esta condición puede ser mental y físicamente agotadora,​ y en sí misma ser causa de incapacidad laboral temporal o permanente.​ Las obsesiones comunes incluyen miedo a contaminarse, miedo de que la persona o los demás están en peligro, necesidad de mantener el orden y la exactitud y dudas excesivas. Las compulsiones más comunes que se realizan en respuesta ritualista a estas obsesiones incluyen lavarse las manos, contar, acumular y arreglar cosas.

Es característico que la persona que sufre un TOC sea reacia a revelar a los demás sus síntomas, por lo que resulta frecuente que acuda en busca de ayuda muchos años después de la aparición del problema, así como la presencia de cuadros de depresión concurrentes7​ (de hecho, alrededor del 34 % de las personas con TOC sufren de depresión en el momento de diagnosticarles la enfermedad, mientras que el 66 % la sufrirá a lo largo de su vida).

En caso de detectarse alguno de los síntomas, es importante que la persona sea tratada por un profesional, ya que el TOC sin tratar puede ser uno de los trastornos más irritantes y frustrantes. Una persona con TOC se da cuenta de que tiene un problema y, normalmente, sus familiares y amigos también se dan cuenta. Los pacientes suelen sentirse culpables de su conducta anormal y sus familiares pueden enfadarse con ellos porque no son capaces de controlar sus compulsiones. Otras veces, en su deseo de ayudarles, pueden aparentar que los síntomas no existen, justificarlos o, incluso, colaborar en sus rituales (acción que se considera contraproducente).

El descubrimiento de que algunos fármacos son eficaces en el tratamiento del TOC ha cambiado el punto de vista que se tenía de este problema neurológico. Hoy no solo existen terapias eficaces, sino que también hay una gran actividad investigadora sobre las causas que producen este problema neurológico y una búsqueda de nuevos tratamientos. El tratamiento farmacológico del TOC se basa en la utilización de antidepresivos ya sean los clásicos tricíclicos o los más modernos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS).

A pesar de la gravedad del problema y de la discapacidad que genera, solamente entre un 35% a un 40% de las personas con trastorno obsesivo compulsivo busca tratamiento y solamente menos de un 10% recibe un tratamiento basado en la evidencia.

Definición
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un síndrome psiquiátrico perteneciente al grupo de los desórdenes de ansiedad caracterizado por:

  • Obsesiones: son ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes que son egodistónicos, es decir, que no son experimentados como producidos voluntariamente, sino más bien como pensamientos que invaden la conciencia y son vividos como exagerados o sin sentido, a veces como repugnantes. El enfermo realiza intentos para ignorarlos o suprimirlos, a veces sin conseguirlo. Es entonces cuando se ponen en marcha las conductas compulsivas encaminadas a reducir la ansiedad motivada por la obsesión.
  • Compulsiones: son conductas repetitivas, generalmente «caprichosas», y aparentemente finalistas que se realizan según determinadas reglas de forma estereotipada y cuya principal función es reducir la ansiedad provocada por la obsesión. La conducta no es un fin en sí misma, sino que está diseñada para producir o evitar algún acontecimiento o situación futura, relacionados con la obsesión en cuestión, por lo que su realización reduce la ansiedad provocada por la última. Sin embargo, o bien la actividad no se halla conectada de forma realista con lo que se pretende impedir o provocar, o bien puede ser claramente excesiva. El acto se realiza con una sensación de compulsión subjetiva junto con un deseo de resistirse a la compulsión, por lo menos inicialmente. Por lo general, el individuo reconoce la falta de sentido de la conducta (algo que no siempre ocurre en niños pequeños) y no obtiene placer en realizar esta actividad, aunque esta disminuye la ansiedad provocada por su obsesión. El enfermo enseguida nota que una sola compulsión o «ritual» no basta para reducir su ansiedad, con lo que se ve obligado a repetir o aumentar el ritual (círculo vicioso). Ejemplos típicos son verificar varias veces las mismas cosas una y otra vez, ya que en la repetición de patrones el enfermo obtiene una reducción inmediata del malestar, aunque claramente contraproducente ya que con ellos está reforzando la dinámica del trastorno.
  • Las obsesiones y las compulsiones son una fuente significativa de malestar para el individuo o interfieren en el funcionamiento social, laboral y en su actividad diaria, ocupando gran parte del tiempo del individuo. Generalmente el afectado es consciente de la irracionalidad de su trastorno, y puede sentir culpa y vergüenza por ello, o tener «miedo de volverse loco». Cada ritual, o patrón de rituales, está ligado a una misma obsesión, y el enfermo «tiene» que realizar varios a lo largo del día, acarreando todo esto una gran pérdida de tiempo y malestar en su vida diaria.
  • No debe confundirse con los desórdenes fóbicos.
  • No debe confundirse con las «manías» o rituales que podemos tener todos respecto a algunas cuestiones. Las obsesiones en el TOC invaden la mente de la persona, y esta no puede sentirse tranquila hasta que no realiza la compulsión que la calma. A diferencia de las «manías» las obsesiones crean angustia, no son controlables, son persistentes y disfuncionales, y afectan, en mayor o menor medida, el funcionamiento normal del sujeto en su vida cotidiana. Así mismo, preocupaciones o pensamientos puntuales repetitivos e intrusivos, o conductas de rutina de tipo compulsivo son normales en la población general, y no limitan la vida del individuo. En el TOC la intensidad, frecuencia y duración de tales pensamientos y conductas son exagerados.
  • El trastorno obsesivo-compulsivo estadísticamente es igual de frecuente en varones que en mujeres.

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